Una canción que Fausta creó para
contrarrestar su miedo al primer día en “La casa de arriba” fue: “Cantemos,
cantemos, hay tantas cosas bonitas para esconder nuestro miedo, esconder
nuestra heridita, como si no existiera, como si no doliera”, la cantó dos
veces, la primera para subirse los ánimos porque le empezó a sangrar la nariz y
tenía que hacer que se detenga, y la segunda vez fue para armarse de valor y
que no le duela tanto cuando se corto la raíz de la papa que le había crecido.
Hay un personaje en la película que es el
Jardinero, a quien Fausta en un principio le tenía temor también, pero poco a
poco este señor se va ganando su confianza, ellos hablan en quechua, quizás
Fausta no le huye debido a que encuentra una figura paterna o le hace recordar
a las charlas que tenía con su mamá en quechua y es así como empieza una
sincera amistad, ya que al final de la película este grato señor ayuda a Fausta
cuando más lo necesito y cabe resaltar que no la traicionó, al contrario
siempre la ayudo y le demostró que no todos los hombres son malos, al
contrario, es cuestión que los conozca.
El jardinero hace pensar a Fausta y ésta le
responde: “Yo tengo miedo porque quiero tener miedo, solo la muerte es
obligatoria” a donde nos lleva esto, a que ella misma reconoce que el miedo lo
tiene porque ella quiere y solo depende de ella superarlo.
Fausta a lo largo de la película vemos como
poco a poco va perdiendo el miedo debido que se animó a cantar frente a la Sra.
Aida más de una vez, solo para conseguir las piedras que la Sra. Le había
ofrecido a cambio. Sin embargo la Sra. Aida la traiciona y no cumple con el
trato dejándola sola en la noche en la autopista como si no valiera nada.
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