Pasado un tiempo, el tío toma de más en el
matrimonio de su hija, y va y le dice a Fausta que ya es tiempo de vivir, que
ella respira, que ella quiere vivir, pero que no se atreve, y a raíz de eso va
en busca de sus perlas, y llega un momento en el que se desmaya, pero el
Jardinero llega justo a tiempo y la lleva al hospital para que le saquen la
papa.
Y es ahí realmente cuando Fausta despierta
y decide liberarse de los temores del pasado y dejar esos miedos absurdos que
no la llevaron a ningún lugar, es más creo que Fausta refleja nuestras fobias,
realmente nos hemos preguntado ¿A qué le tenemos miedo? Y si esa pregunta tiene
respuesta, entonces seamos valientes y enfrentémonos porque no único con lo que
no podemos hacer nada es con la muerte… y si Fausta pudo superar ese miedo que
la oprimía porque no también nosotros.
Es por eso que podemos decir que el
terrorismo dejo huellas imborrables en las personas que vivieron en los años en donde el Perú estuvo sujeto a sangrientos
grupos que causaron terror, desolación y muerte.
Pero no solo a los que vivieron esa época sino a los hijos de éstos también,
debido a que nacieron con un miedo que no podían explicar porque como bien nos
contaba la mama de Fausta los terroristas ingresaban a los pueblos y los
habitantes, sobre todo hombres eran asesinados con cólera
y sobre todo diciéndoles cosas afectándolos psicosocialmente, socialmente y
moralmente. Pero lo peor de todo es que abusaban en los pueblos de las mujeres
indefensas, tal fue el caso de la mamá de Fausta mencionado anteriormente.
#Catherine Revollar
Bueno, creo que esta película nos llama a una reflexión, a recordar cuan olvidadas estan ciertas comunidades, y como es la cultura de cada pueblo, pero sobre todo, como afecto el terrorismo en ciertas zonas del país, que es dónde el psicólogo debió y debe actuar, pues habrían que curar heridas, heridas emocionales, y prevenir que ante algún nuevo ataque las comunidades sean fuertes, fomentar la unión, y el sentido de identidad, como hemos venido hablando.